viernes, 21 de marzo de 2008


'El problema de la violencia y la integración escolar es responsabilididad de todos'
Gonzalo Musitu Ochoa lleva más de 12 años investigando sobre temas relacionados con la familia y la escuela y, más recientemente, sobre la problemática de la violencia escolar durante la adolescencia. Actualmente, lidera desde la Universidad Pablo de Olavide el proyecto ‘Violencia e Integración escolar: aplicación y evaluación de un programa de intervención en la escuela’, mientras que en el capítulo de la transferencia de resultados, mantiene un contrato 68/83 (los que se establecen entre investigador y empresa) con la Fundación Alcohol y Sociedad, para analizar las implicaciones del botellón juvenil. (...) Volviendo al proyecto que me comentaba anteriormente, ¿cuáles son sus objetivos? Como su propio nombre indica, 'Violencia e integración escolar: aplicación y evaluación de un programa de intervención en la escuela', tiene dos fines principales: por una parte, estudiar la violencia escolar y los problemas de integración social de los adolescentes; y por otra, implementar y evaluar un programa de intervención centrado en la integración escolar y en la prevención y reducción de los problemas de conducta en la escuela. Así, realizamos investigación y formación, lo que nos permite comprometer al profesorado en los trabajos a la vez que nos formamos todos. ¿Qué metodología se va a seguir? Primero vamos a recopilar toda la información necesaria acerca de esta problemática de la violencia en las aulas y la exclusión social de los adolescentes en las escuelas. Utilizaremos técnicas cualitativas (entrevistas en profundidad y grupos de discusión) y cuantitativas (instrumentos que evalúan el ámbito individual, familiar y escolar), así como técnicas sociométricas que nos permiten conocer el grado de integración de los adolescentes en el aula (hay que distinguir entre los sujetos de estatus medio, los populares o líderes, los rechazados y los ignorados o aislados y sus perfiles psicosociológicos) y la percepción que tienen compañeros y profesores del alumno con dificultades. Una vez obtenidos los datos de una muestra de 860 adolescentes de ambos sexos, se seleccionará el centro público para la evaluación del programa de intervención. ¿Qué se pretende conseguir implementando este programa de intervención? Este programa de intervención psicosocial, al contemplar variables individuales, familiares y escolares, intentará potenciar recursos en cada uno de estos ámbitos con la finalidad de que los alumnos con problemas de exclusión se integren mejor en el aula y, en consecuencia, mejore también la calidad de vida de todos en un escenario tan importante y significativo como es la clase. Naturalmente que esta labor la llevamos a cabo con la colaboración del profesorado, que la consideramos indispensable. ¿Qué papel juega la familia en este proceso? La familia es una determinante esencial, no en vano es el primer contexto de socialización de los seres humanos. Pero también son importantes la escuela, los medios de comunicación y las nuevas pantallas y los iguales. Son muchos los agentes implicados con distinto protagonismo según el período evolutivo, pero la familia es, a mi juicio, el más importante en todos los momentos de la vida. Esto no quiere decir que sea culpable de los problemas de los hijos, pero sí es responsable. No hay que buscar culpables pero hay que asumir la parte de responsabilidad que nos corresponde. Por eso, junto con el programa de convivencia en las aulas, aplicamos otro, que funciona paralelamente, a las familias con hijos adolescentes y que lo denominamos 'El programa Lisis', que se publicó recientemente en la editorial Pirámide. A efectos prácticos ¿cómo repercute el programa de convivencia a la hora de tratar la violencia en la escuela? En nuestros programas, lo que hacemos es utilizar técnicas que promuevan la participación de los alumnos en el aula, normalmente a partir de técnicas cooperativas, las cuales permiten organizar el aula en pequeños grupos participativos-cooperativos, en los que se promueven valores como la solidaridad, el respeto, la ayuda mutua, la tolerancia, etc. Cuanto mejor sea el clima en el aula, más se aprende y mejor se acepta la autoridad del profesor y más disfrutan alumnos y profesores. El resultado es que, pese a la dificultad que conlleva el poner en marcha estas técnicas y aceptar los valores implícitos, una vez que lo llevas a cabo se observan unos resultados muy positivos. Tengo entendido que esta experiencia se está desarrollando con gran éxito en Valencia desde hace cinco años. En este sentido, ¿qué puede decir de la situación de Andalucía? En Andalucía también se han hecho muchas cosas y muy interesantes, pero no en los términos que nosotros trabajamos. No se trata de decir cuál es mejor, se trata de aprender unos de otros. Ahora, lo mismo que hemos hecho en Valencia lo queremos hacer aquí. Para ello estamos en proceso de negociación con la Delegación de Educación de Sevilla de la Junta de Andalucía y esperemos que nos apoyen. Muchas veces echo en falta la aplicación de buenas políticas educativas que apoyen de verdad al profesorado. Los profesores necesitan el respaldo de las instituciones, no se les puede dejar solos en la tarea de educar. El problema de la violencia y de la integración escolar es responsabilidad de todos y debemos tratar de resolverlo, optimizando los recursos disponibles. En este sentido, familia, instituciones, servicios sociales y escuela y, si es posible, los medios de comunicación, tenemos que trabajar en la misma dirección. Parece, por tanto, que estamos condenados a entendernos... Desde luego que sí. No hay otra solución. Para evitar o disminuir los actos violentos y delictivos tenemos que tomar medidas conjuntas y comprometernos en la tarea. De nada vale el decir que este problema es de las instituciones, de la familia, de la escuela, o del propio sujeto. El problema es que estamos en una sociedad rabiosamente individualista y lo que propongo son valores solidarios y de compromiso con el bienestar colectivo y no sé hasta que punto esto es posible. Todavía tengo un cierto optimismo. Prueba de ello es que los programas que estamos implementando se fundamentan en la solidaridad, el respeto y la tolerancia. Y conseguimos resultados importantes, lo cual nos anima a seguir adelante. ¿Cómo se actúa en las situaciones de violencia escolar? En estos casos, la prevención desde la educación es crucial y la formación específica del profesorado es clave. Los profesores deben tener los recursos adecuados para afrontar sin estrés esta situación. Aquí es donde nuestra investigación tiene pleno sentido, puesto que ofrece instrumentos eficaces (obtenidos tras años de investigación y de experiencias reales) a los profesionales para tratar esa problemática. Pero no hay que olvidar a las familias, a las que se debe ayudar en todos los ámbitos, y no sólo en el psicológico. A este respecto, quiero finalizar diciendo que la verdadera aula es la que construyen profesores y alumnos, es un espacio simbólico, donde lo importante es lo que se construye entre quienes la habitan.

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