martes, 4 de marzo de 2008


El consumo de alcohol y de drogas sube un 3% los trastornos graves de conducta.

Expertos en Salud Mental Infantil reclaman un plan especial que vincule a Educación, Sanidad, Bienestar Social y Justicia para abordar los comportamientos disruptivos.


Los menores que padecen trastornos graves de conducta y necesitan tratamiento psiquiátrico suman ahora un 3% más que hace dos años y los expertos consultados apuntan al cada vez más temprano consumo.
Estudios recopilados por expertos de la Unidad de Salud Mental Infantil del Hospital de San Juan sitúan en un 11% el total de jóvenes en edad escolar, menores de 18 años, que presentan un diagnóstico de conducta perturbadora o disruptiva en cualquiera de sus grados.
Hace tan sólo dos años estas mismas cifras arrojaban un 8%.

La Permanente provincial de directores de Secundaria alertó a la Conselleria de Educación sobre la necesidad de que profesionales psiquiátricos trataran a estos alumnos para abordar de manera más eficaz la convivencia
Tipos de conducta Entre los tipos de conductas perturbadoras que en mayor proporción sufren los niños en edad escolar figura la hiperactividad, que alcanza a cerca del 7% de todos los casos diagnosticados. Además, hasta la mitad de los alumnos hiperactivos acaban desarrollando algún tipo de trastorno más grave si no son tratados
Aproximadamente otro 3%, entre el total del 11% diagnosticados con trastornos de comportamiento, presentan el tipo de conducta que se denomina «negativista desafiante». Son niños que tienen «el no en la boca todo el tiempo».
Se pican y se enfadan con facilidad hasta el punto de que suelen explotar con una frecuencia de hasta tres veces a la semana «e incluso más». Además estos niños nunca asumen que tengan la culpa de nada.
Finalmente se evoluciona en cerca de un 2% de los casos hacia el tipo de trastorno de comportamiento más grave de todos: el disocial. En estos ocasiones la oposición del alumno deriva hacia la violación de normas como son el no pegar, no robar o no incendiar, hasta el punto de consumar un delito.
Tanto la genética como el entorno social y las emociones y cogniciones contribuyen a la aparición de estas conductas perturbadoras en los menores, y el acercamiento al consumo de sustancias tóxicas - drogas y alcohol - en edades cada vez más tempranas ha disparado el porcentaje en tres puntos en el plazo de dos años. «Es muy probable que también haya aumentado la sensibilización hacia estos trastornos entre los responsables de los centros escolares pero la edad a la que se acercan al botellón ya ha descendido a los 12 años».
Expertos clínicos añaden que ese consumo «puede precipitar un trastorno de comportamiento siempre que exista de antemano cierta predisposición».


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